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Entrevistando a LA MVERTE en plena noche de club (feat. Marc Piñol & una interminable y extraña fiesta en Berlín)

«Los mejores B2B se dan cuando no necesitas ni cruzar miradas para entenderte» — LA MVERTE

 

Hay nombres de artistas que molan y otros que no, y algunos de los que casi molan se parecen tanto entre sí que los confundes con nombres o diminutivos de diseñadores italianos, marcas de whisky inglesas o protagonistas de novelas que nunca terminaste de leer. De todo el name dropping que suele acompañarnos por nuestras apps, redes, recomendaciones, perfiles, carteles o lineup, los que mejor solemos recordar —dejando de lado los que nos petan el cerebro en la pista— son, obviamente, los más horrendos y los más brillantes. LA MVERTE es brillante por partida doble: lo recuerdas como si leyeses tu lápida y reconoces al instante que la V hace un doble mortal: del horror de ver a un dj que se llame LA MUERTE pasas al sugerente, oscuro y elegante LA MVERTE. Y, luego, muy poco tiempo después, te preguntas qué hay detrás de lo que está sonando, si es un loco darky y oscurillo al borde del colapso o estás ante alguien que juega a cosas prohibidas con beat porque tiene un abogado llamado synth-wave y un papi protector conocido por sus trapos sucios en los círculos del italo-disco y en los dominios del techno sin adornos. La estrambótica duda que acabo de simular tiene una respuesta directa y, por lo que a mí respecta, quedó resuelta hace ahora poco más de un año, en un Sónar Day que alojaba en el escenario de la Red Bull Music Academy a LA MVERTE en una programación que presentaba también a un kamikaze con desternillante talento llamado Alejandro Paz (highly recommended).

 

Dentro de las múltiples maneras que los humanos tenemos para aprovechar este percal cotidiano llamado estar vivo, el pasado trece de febrero lo aproveché para adentrarme en las profundidades de la sala Razzmatazz y hablar con La MVERTE tête a tête. Si a este encuentro le sumamos un dicho tan práctico y maleable como el de dónde caben dos, caben tres, comprenderéis lo feliz que fui al entrar al camerino de los artistas de la sala Lolita y encontrarme a Marc Piñol concentrado ante su ordenador, rebuscando las últimas delicias electrónicas posibles para su inminente set, sentado junto a LA MVERTE.

El Back 2 Back entre ambos iba a comenzar en una escasa media hora y mi curiosidad para saber qué afinidades tenían en común a la hora de pinchar era tan alta como los tacones de una viuda de un mafioso miamense fallecido por farlopa adulterada el día de su entierro. Pero dejémonos de símiles rebuscados y pretendidamente macabros y pongámonos en situación.

Me presento ante LA MVERTE y saludo cortésmente a Marc Piñol y le presento mis respetos, once again, ya que le conozco por haber coincidido en diversas movidas, y a quien recuerdo también de una vida anterior, aquella en la que él era un dj discreto y un infalible residente based in BCN y yo era un barely legal motivado que salía viernes y sábado a bailar como si me fuese la vida (joder, os juro que esta vez lo de "vida" no ha sido adrede). Marc Piñol sigue siendo discreto aunque, para bien de todos, lo peta mucho más (recuerdo vagamente un post suyo en redes de hace un par de años en el que decía, a modo de reflexión moderada y comedida, que era el año en que había notado un salto en su carrera como músico, y eso que estamos hablando de alguien que se ha pasado años y años y años (y años) picando piedra. Y picándola bien. Con todo el proyecto de Hivern Discs, Marc Piñol ha sabido encontrar su espacio para aportar y aplicar todo el background y savoir faire acumulado sigilosamente desde que en BCN se baila electrónica, y lo ha hecho de manera natural porque sigue trabajando con los amigos con los que compartió cabina y abrió noches para todos los gustos (siempre buenos, que conste). Inventos recientes como C.P.I, a medias con Hugo Capablanca, evidencian que Marc Piñol está en un momento high en cuanto a lo creativo y que sigue reservándose el derecho a sorprender con lo que le dé la gana (véase producir techno con Capablanca, bordarlo con un remix de Barnt y dar algunos conciertos locos por ahí o, no sé, hacer un set acid para el desaparecido pero hermoso Caudorella).

Marc Piñol

De LA MVERTE creemos saber más de lo que realmente sabemos, y ya que tuve la oportunidad de sentarme con él, compartir una birra y hacerle unas preguntas con las notas de voz del iPhone echando humo (retumban las paredes por el jolgorio en la sala The Loft), mencionemos rápidamente que LA MVERTE es un productor y dj de París que logró, en un momento reciente y especialmente rancio a nivel musical en la ciudad, encontrar un espacio, música y peña suficientes para oxigenar y ventilar la escena clubbing de su ciudad y, de paso, encontrar la música y el mensaje concreto que quería transmitir. El resto ha sido cuestión de tiempo, ideas, aciertos, afinidades, curro y cosa de encuentros tan delirantes como el de Berlín con Marc Piñol que recordaron los dos esa noche en Razzmatazz.

La Mverte | Vanity Dust

 

LA MVERTE | REVIVE LA ESCENA EN PARÍS

 

[dropcap style="normal or inverse or boxed"]Se[/dropcap] habla de un resurgimiento de la noche electrónica de París (me lo contaba D'julz el año pasado, lo reafirman Apollonia ahora). Es la ciudad en la que resides y, cómo no, fue en sus bares y espacios nocturnos donde empezaste a organizar fiestas que luego han sido determinantes para tu trabajo como productor y dj. ¿Cómo fuiste entrando tú en esta nueva etapa electrónica y cómo se fue asentado tu proyecto en medio de este, llamémosle, "cambio de ciclo"?

LA MVERTE: Llegó un momento en el que me planteé con mi amigo Nicolas Delorme si podíamos organizar un evento en el que plasmar nuestros gustos musicales. Solíamos intercambiar mucha música, pero nada de lo que escuchábamos sonaba en los locales de la ciudad. Hace seis o siete años, la escena estaba entre el Social Club o el Rex, con un estilo de electrónica más duro. La música estaba enfocada solo de cara al club y no se planteaba para otros espacios o con otros sonidos que pudieses, por ejemplo, escuchar en casa. Por eso, en nuestra fiesta Retrograde nos propusimos hacer bailar a la gente con disco, new wave, synthwave, italo disco o balearic; el planteamiento iba más allá de ser una fiesta, era más bien un planteamiento estético.

«Queríamos un ambiente que fuese casi todo lo contrario al club convencional. Las fiestas las hacíamos en Chez Moune, el club lésbico más antiguo de París» 

Y sobra decir que funcionó. Es decir, existía ese espacio y supisteis llenarlo con Retrograde.   Nos fue muy bien, reuníamos a unas doscientas personas en cada evento. A pesar de eso, decidimos pararlo, yo llevaba 14 años dedicándome a la música —ahora tengo 28— y quería dedicarme también a la fotografía, aunque seguí haciendo música por mi cuenta.    Por un lado Retrograde lo había petado y, por el otro, como músico ya tenías la formación para continuar probando y explorando sonidos.   Y tenía algo que decir. Es difícil describirlo, y puede sonar pedante, pero no lo es: hicimos algo que nos dio mucha energía y que había tenido un sentido para nosotros y, al mismo tiempo, para el público.

La Mverte y Capablanca

  Lo interesante de Retrograde fue que no queríais seguir una moda ni pensar en "otra noche de club". Vuestra idea era proponer algo que fuese por otro lado, entre la noche y la electrónica, pero que no cayese en "una fiesta más" ni generase el típico ambiente de club. El estilo de música que sonaba en Retrograde era mucho más lento, profundo, ecléctico, y ahí ya radicaba el giro en la manera de entender vuestra forma de salir. En cuanto a tu salto hacia la producción como La Mverte, ¿cómo se fue concretando toda esa energía e intercambio de ideas?   Como decías, durante ese tiempo no estaba pendiente de ninguna tendencia, estaba haciendo algo que me permitía conocerme mejor a nivel musical. Lo único que hice fue despejar y descubrir partes de mi propio camino que no conocía del todo. Sería luego cuando encontraría otras referencias que contribuirían a la creación de La Mverte. Me tomó un año entero el poder reorganizar las cosas y centrarme en este nuevo proyecto: ¿qué es lo que quería hacer y lo que no quería hacer? En ese momento pinchaba muchos estilos de música y, aunque esto lo sigo haciendo, a la hora de producir tenía que focalizarme y ser más concreto, situarme en ese lugar en el que me sintiese cómodo.   Respecto al nombre, La Mverte, supongo que todo el mundo te pregunta por su significado. Por lo que he podido ver, hay cierta vinculación con el esoterismo, pero no sé hasta qué punto es cierto o si tenías en mente algo más cuando lo elegiste.   Cuando era más joven me llamaban la mitología y el romanticismo (el movimiento del siglo XVIII), los veo como una fuente de inspiración. No tiene que ver con tendencias suicidas ni tampoco con una visión política, es más una cuestión estética. Entiendo mi propuesta musical no como una historia que te lleva de un punto a otro, sino que la intención es mostrarte mi imaginario y llevarte a través de él.  

BERLÍN, PIÑOL, LA MVERTE Y LA PARTY

Plus Minus Zero Party Berlin | Vanity Dust

  Ya que está Marc Piñol aquí con nosotros, y que estáis a punto de salir al escenario a por vuestro B2B, quería saber cómo os conocisteis y qué os ha llevado a acabar pinchando juntos.   Sí, este es un momento perfecto para que Marc aparezca en la entrevista. ¿Cómo nos conocimos, Marc?   Marc Piñol: A través de Hugo Capablanca, en Berlín.   ¿Seguro? Ah, sí, fue en 2012. Pinchábamos en una fiesta, Plus Minus Zero, que duró quince días. El club en sí existió durante esos quince días.   De hecho, creo que nos dijeron que la poli podría llegar en cualquier momento y cerrarían el lugar. Yo estuve pinchando hasta las 8 y otro dj estuvo pinchando folk durante una hora sin parar.   Salimos de la fiesta a las 11.   Ehm, creo que yo me fui un poco antes. Estaba un poco de mal rollo con esos tíos… De hecho, debe hacer como quince años que no salgo de una fiesta a las 11 de la mañana.   La Mverte: Ahora recuerdo, el día antes de la fiesta dormimos en un par de sofás en casa de Hugo. Al día siguiente, la fiesta empezó por la noche. Creo que Hugo se fue de after y luego tomamos el taxi juntos… ¿No? Y después de todo, yo fui directo a Schönefeld... ¡y por culpa de la nieve el vuelo tuvo cinco horas de retraso!    No, espera. Fue así: tú tenías el vuelo a las 11 y nos fuimos los dos de la fiesta a las 9. Yo me quedé en casa y recuerdo que Hugo llegó pasadas las 4 de la tarde a casa y se quedó frito en la cama. Pero pasaron solo 3 segundos y levantó diciendo: ¡Me olvidaba de que tengo que pinchar en otro sitio ahora! Así que se marchó y no volvió hasta la noche y estuvimos mirando pelis en el ordenador. Hugo es un tío muy sociable, no me malinterpretéis.   Después de conocernos en Berlín hicimos una fiesta en la Villette de París. Además de Marc y yo, estaban Ron Morelli y Hugo Capablanca. Fue muy loco porque acababa de terminar un festival de dub ahí mismo y nosotros aprovechamos el equipo de sonido pero pinchando techno. El ingeniero de sonido del festival dub nos dijo: ¡¿Qué estáis haciendo con los graves?! ¿Recuerdas ese tipo, Marc? Era creepy y viejo y no paraba de fumar porros. A Ron Morelli lo conocí durante mi etapa en Nueva York, por allá 2011, hace muuucho tiempo ya. Por cierto, ¿cuál era la pregunta? Ah, sí. Con Marc nos conocimos en Berlín. Así que hoy será la tercera o cuarta vez que pinchemos juntos.   ¿Cómo ha surgido lo del Back 2 Back entre los dos?  

«Pinchar en modo B2B es bastante complicado cuando no conoces a la persona, pero con Marc o Hugo y algunos amigos funciona de manera muy fácil» — LA MVERTE   «Cuando haces un B2B no te tomas las cosas de manera tan personal como cuando pinchas tú solo. Cuando pinchas por tu cuenta intentas desarrollar algo, pero con otra persona tiendes a jugar más y tanto puedes poner temas en plan coña como puedes ponerte a pinchar en plan serio» —MARC PIÑOL

  Lo que me gusta de pinchar con alguien con quien congenias es que muchas veces ya sabes en 3 segundos lo que pincharás tú ante el track que acaba de poner el otro. No lo puedes calcular, es orgánico. Es como si lo supieses de antemano, sin plan ni previsión. Esa es la mejor receta para un B2B: no puedes pinchar con alguien si los dos no sentís la música de la misma manera.   En mi caso creo que no depende tanto del acercamiento a la música porque pincho muchos estilos y no estoy definido de manera tan concreta. En mi caso, planteo una estructura de varios puntos por los que quiero pasar y luego me voy adaptando. Si pincho solo también intento adaptarme a los otros que han pinchado o van a pinchar.    Cuando pinchas en B2B y no te hace falta mirar al otro, ahí es cuando notas encajas.   Supongo que es cuando se genera esa sensación de que no sabes qué es lo que va a ocurrir.   Exacto, y eso es lo genial y lo más interesante.   Suelo seleccionar unas 10 horas de música en una playlist y salgo con eso. La mayoría de los temas no los he escuchado en mucho tiempo y por eso no sé cómo será la reacción, ¡ni la mía! De ese modo, iré casi tan desconcertado como el otro.   Suelo trabajar con dos USB: en uno meto mi biblioteca y en el otro los tracks que voy comprando semanalmente. Cuando estoy delante de la gente, me planteo qué es lo que quiero, si busco algo reciente o algo que tenga desde hace tiempo. En ese momento, la mente lo cocina todo y por eso pincho algo diferente cada vez; es imposible que pueda repetirme. Me adapto a la gente que tengo delante y al estado mental en el que están, y desde ahí me planteo hacia dónde los quiero llevar. Como decía Marc, para nosotros es más divertido un B2B, porque existe esa complicidad, aunque para el público quizás no le resulta tan sencillo seguirnos. Sin embargo, en el lugar se crea algo más grande entre los dos, algo que es único. A veces puede ser una mierda, pero si pincho con Marc sé que siempre saldrá bien.   La MverteFacebookSoundCloud Marc PiñolFacebookSoundCloud Hivern DiscsWebSoundCloud The Loft (Razzmatazz) ~ Web | Facebook (The Loft) | Twitter Special thanks ~ Estela Velasco