D’Julz «En 25 años no he visto en París una escena electrónica tan grande como la de ahora»

Por su influencia, creatividad, actitud, conocimientos y, por supuesto, porque sabe hacernos bailar año tras año, sin dejarse arrastrar por nada ni nadie, Julien Veniel, mundialmente conocido como D’Julz, debería aparecer en la misma definición de “música electrónica”. Tras más de 20 años dedicándose a pinchar y a producir, el artista parisino sigue manteniendo una residencia en el amuleto electrónico de París, el Rex Club. En verano, expande su residencia en Ibiza con Circo Loco. Tiene un sello, Bass Culture Records, que combina su pasión por los sonidos techno y house de corte clásico que nunca ha querido abandonar a pesar de que no siempre lo ha tenido fácil.

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Hablé con D’Julz acerca de todo ello, descubrimos momentos clave de su temprano viaje a Nueva York y nos compramos un billete de avión para París. Sí, habéis leído bien, no hablamos de Berlín. D’Julz, muy crítico con la escena de su ciudad cuando las cosas no han ido bien, me ha convencido. La ciudad se viene arriba y la electrónica de calidad vuelve a mover desde los Champs Elysées al Palais de Tokio. Y es que en Casablanca no sabían que para la electrónica “no siempre nos quedará París”. Pero, eso lo sabemos de cierto, siempre nos quedará D’Julz.

Los vertiginosos cambios del mundo de la electrónica hacen poco habitual encontrar artistas que lleven más de 20 años en la escena y que, además de eso, sigan pinchando regularmente en el club donde empezaron. En tu caso, mantienes una residencia en el mítico Rex Club de París. ¿Cómo has mantenido todo este tiempo la relación con la escena de la ciudad y tu evolución musical?

D’ Julz. Actualmente tengo otra residencia en Circo Loco, en Ibiza, desde hace cinco años. En el Rex sigo con la noche Bass Culture. Mi vínculo con la ciudad y con Rex han sido determinantes en mi carrera como dj. Pinché por primera vez en el Rex en 1995 y dos años después empezaba con la noche Bass Culture. Hace ahora veinte años de eso, es una locura si me paro a pensar en ello. Siento el lugar como parte de mi casa. Actualmente pincho en el Rex unas seis o siete veces al año y sigo trayendo a los artistas que me gustan. Pese a no ser el promotor de la noche, puedo programar con absoluta libertad.

Vanity Dust: Con los años has seguido manteniendo la programación del Rex alejada de las modas puntuales y sin hacer concesiones comerciales que hayan banalizado el concepto originario de la fiesta. No obstante, podemos escuchar a djs emergentes y de ese modo la noche no se queda en una especie de remember de los noventa. ¿Cuál es el balance que haces en el club entre los sonidos clásicos y las creaciones actuales?

D'Julz: Bass Culture es un reflejo de mi propia forma de hacer música. Pueden pinchar tanto Raresh, que es más reciente y renueva la escena, como viejos amigos como Carl Craig o Josh Wink que, pese a llevar muchos años pinchando a día de hoy siguen siendo relevantes. Mis raíces provienen del house y el techno clásicos, pero sigo abierto a lo nuevo, y esa es la idea que transmite Bass Culture. Por ejemplo, hace poco estuve escuchando una vieja cinta con una sesión que hicimos Terry Francis y yo en el Rex el año 1998. Y es divertido porque, si bien es cierto que el tempo es mucho más rápido que ahora, si escuchas la música son todo clásicos de la Costa Oeste de Estados Unidos y del Londres de finales de los noventa que se están volviendo a pinchar. Por el lado de las nuevas generaciones, es curioso cómo también los chavales de París que empiezan a meterse en la electrónica e investigan discos pasados se encuentran con este material y lo pinchan con otras cosas y de manera diferente.

Tengo la sensación de que en los últimos años la conciencia y la importancia de los orígenes, en concreto el techno de Detroit y el house de Chicago, han tomado especial relevancia. Imagino que hace diez o quince años, por ejemplo, si bien ya se hablaba mucho de ello, todavía hacía falta algo más de perspectiva. Es como si a medida que avanza el tiempo, en vez de olvidarlos, esos inicios fuesen cada vez más respetados.

Creo que ello tiene que ver con la llegada de una nueva generación que escucha y se mueve con la música electrónica. Por primera vez, veo en los clubes a chicos y chicas que son los hijos de unos padres que vivieron la cultura de club hace veinte años. Es decir, han crecido con la electrónica desde pequeños. Estos chavales ven todo el pasado como nuevo, y lo descubren todo a la vez. Descubren casi treinta años de techno y house de golpe. Especialmente con Internet, ya sea a través de Discogs o YouTube, pueden acceder fácilmente a toda esa cultura. Por eso, justo ahora, nos da la impresión de que la gente está más centrada en el pasado que en la creatividad que pueda alcanzarse en un futuro. No creo que esta situación dure demasiado; los que vienen traerán pronto nuevos sonidos. Mientras tanto, a lo largo de su proceso, tienen que digerir treinta años de música electrónica, y de ahí que no sea tan extraño ver a djs jóvenes que pinchan vinyl only y discos del 92 o del 96. Esta situación me gusta, tiene algo de fascinante. Veremos hacia dónde nos llevarán cuando logren sintetizar e incorporar todos estos años de historia de la electrónica. Pienso que lo veremos pronto y será interesante.

Hablando de las nuevas generaciones, a parte de la formación que tienen o de su conocimiento musical, ¿qué cambios has notado en el público y en los clubbers? Imagino que con tu larga residencia en el Rex de París has podido ver con más detalle los matices, por ejemplo, en la de forma de relacionarse o en cómo responden ante la música.

Es un momento increíble para la electrónica, y lo digo pensando a nivel global. En gran parte, ello es gracias a esta nueva generación y en la forma en que una gran parte de ella entiende las raíces del techno y el house. Para un dj como yo, que tengo un sonido clásico, oldschool, es muy positivo que mantengan el interés en lo que hago, porque de otro modo no tendría sintonía para llegar a nuevos públicos. Con el electroclash o el inicio del minimal tuve épocas complicadas, porque el techno y el house dejaron de ser tan reconocidos. En cambio ahora estoy en un momento bueno de mi carrera porque la gente entiende lo que hago.

Hablando en concreto de París, lo que está ocurriendo en la ciudad es una locura. El Rex siempre ha estado ahí, es el lugar clásico y más estable, pero durante mucho tiempo era el único lugar, y eso no era suficiente. Necesitábamos más cosas, y lo que ha ocurrido en los últimos tres o cuatro años es extraordinario. Hay muchos clubes nuevos, promotores, eventos en warehouses que habían desaparecido… y también sale mucha más gente. Los festivales se han vuelto importantes, como el Weather Festival, con más de treinta mil asistentes. Lo que está ocurriendo ahora en París no lo había visto nunca en 25 años. El público está realmente metido en la música. Si te fijas, no hay EDM en París ni en Francia, tampoco en los festivales. Y es curioso, porque algunos nombres muy conocidos son franceses. Los nombres más conocidos que puedes encontrar podrían ser Richie Hawtin, Sven Väth o Ben Klock. Y esta situación es fantástica. Durante muchos años he estado haciendo giras alrededor de Europa, ya fuese en España o Inglaterra, y al regresar a París solo pinchaba en el Rex. En cambio, siendo honesto y sin querer sonar pretencioso, mi lugar favorito actual para pinchar es París. El público tiene la mente muy abierta, les gusta tanto el techno como el house. Pueden ir a escuchar una noche a Theo Parrish y a la siguiente a Marcel Dettmann. Hace unos años todo estaba mucho más segregado, o te gustaba un estilo u otro, pero no había esa transversalidad y apertura de miras que hay ahora.

Es cierto que hace algunos años la sensación del pulso electrónico en París era desoladora. Como dices, a parte del Rex, todo eran propuestas comerciales y previsibles en los que la electrónica era solo un pretexto para el encuentro social. Es fascinante que la situación haya dado un vuelco tan radical. ¿Cuál es la historia que nos ha llevado hasta este nuevo renacer?

El inicio de la escena rave en Francia fue muy apasionante, pero hablamos de los años 1992 y 1993. Luego, del 96 al inicio de los dos mil llegó el French Touch, que era interesante gracias a los grandes clubes. Más allá de de 2003 y hasta el 2013 no hubo absolutamente nada. Tienes el Rex, el Batofar y durante un tiempo el Pulp, pero nada más. Fueron años muy malos, tanto para París como para Francia, como mucho tenías un club en cada ciudad.

Con esta renovación de la escena imaginamos que, en cuanto a nuevos artistas y productores, tiene que estar sucediendo un crecimiento parecido. ¿De qué manera trabajas en tu sello discográfico (Bass Culture) tu propio estilo, el de los artistas clásicos y el de los nuevos que se van incorporando? Dentro de las referencias, por nombrar algunos nombres importantes, has publicado recientemente a artistas como Cassy o Mr. G.

El sello tiene ahora casi seis años. Cuando lo empecé la escena minimal era la dominante. Tenía la sensación de que hacía falta aportar algo más clásico, oldschool, acorde con mis raíces. ¡Y lo empecé en el peor momento! Las ventas de discos estaban cayendo en picado.

Fue en ese período en el que lo digital se consolidaba y arrastraba a una gran parte de artistas a instalarse en ese formato.

Sí, hablo de 2009, aunque siempre tuve claro que quería hacer vinilo. La idea del sello es parecida a lo que decíamos acerca de las noches Rex Bass Culture. De hecho, el nombre proviene de ahí. Disfruto encontrando nuevos artistas que me gustan y al mismo tiempo los mezclo con artistas que conozco desde los inicios como Mr. G o Chez Damier, que hizo un remix en uno de los primeros lanzamientos. Con la llegada de nuevos géneros y estilos de música electrónica, hubo un momento en el que estos artistas casi desaparecen: uno de mis objetivos era hacerles regresar. Con esto en mente, me siento muy feliz cuando veo que Mr. G saca tres álbumes en un año y encabeza el lineup de grandes festivales. ¡Porque realmente es un genio! En resumen, me gusta unir a los artistas clásicos y a los nuevos que comparten un mismo estilo y que es el que disfruto pinchando. Conceptualmente es así de sencillo: Bass Cultureproduce música que me encanta pinchar como dj, y que quiero pinchar más de una vez.

Además, supongo que la distribución se realiza a todas las escalas, especialmente en el tejido independiente de tiendas de discos que están repartidas por Europa y el resto del mundo. Nos resulta muy interesante que, aunque haya grandes artistas produciendo música electrónica en vinilo, las grandes discográficas no intervengan en casi ninguna parte del proceso. Tampoco intervienen las grandes cadenas de venta que ofrecen productos culturales ni, como decía, las discográficas que se apropian sistemáticamente de los artistas que alcanzan cierto nivel de éxito.

En este tipo de producciones en vinilo, no hay dinero. Tienes que hacerlo por la razón adecuada. Si lo haces por dinero, ¡te has equivocado de música! Es una cuestión de pasión, creo. Lo bueno de ello es que, cuando lo haces de forma totalmente independiente, no tienes compromisos ni inversores que intenten entrometerse en el proceso creativo.

Respecto a lo que comentábamos de la creciente tolerancia entre estilos de música electrónica, en el sentido de que el público está mucho más abierto a escuchar tanto techno oldschool como deep house o minimal, quizás el boom del EDM tuvo algo que ver con eso. Es decir, algunos años antes, la gente notaba una gran diferencia entre el techno y el house —y es obvio que la hay—, pero cuando el EDM comenzó a tomar relevancia en los festivales de electrónica y en los clubes, el house y el techno ya no parecían tan diferentes en comparación con el EDM, de golpe parecía mucho más similar e interesante.

Y también es cuestión de lo que hacen los grandes nombres. Por ejemplo, Laurent Garnier, Ricardo Villalobos o Derrick May pueden pincharte de todo. Quizás piensas que Derrick May pinchará solo Detroit techno, pero en realidad pincha mucho New York house. Mucha gente piensa que Ricardo Villalobos es minimal, pero también pincha mucho house y techno. Alguna gente espera que Laurent Garnier pinche techno rave, pero en realidad siempre va a sorprenderte con otros géneros. Creo que los grandes artistas deben aprovechar que son conocidos para educar al público y no solo limitarse a pinchar lo que más suena esa temporada. Pinchar lo que está de moda te limita, pero pocos djs logran superar eso.

Pinchar lo que está de moda te limita, pero pocos djs logran superar eso.

Pensando en los grandes, llegamos fácilmente a Estados Unidos. Estuviste no hace mucho en San Francisco. ¿Qué tal fue tu última experiencia en el país?

Esta vez pinché en un club que abrió hace apenas dos años. Se llama The Public Works y está realmente bien. En Estados Unidos hago unos tres o cuatro tours al año y, respecto a lo que comentaba acerca del buen momento de París, creo que el país está mejorando muchísimo. Proliferan los clubes underground y la gente está entusiasmada y muy metida en la música. Creo que Nueva York fue el mejor lugar del mundo para el house a mediados de los noventa, pero ocurrió algo parecido a París, cerraron todos los clubes y la escena murió por instantes. Por suerte, en los últimos cinco años ha habido un resurgimiento muy potente. Está volviendo.

Tú viviste en Nueva York algún tiempo en los noventa, justamente durante parte de la época dorada de la electrónica en la ciudad.

Sí, me mudé ahí en el año 1993 y me quedé hasta el año siguiente. Tuve mucha suerte de coincidir con ese momento. Fue como el Berlín de 2007… ¡O el París de 2015! Tenía los mejores clubes y un público espectacular, esa fue la época de Dj Pierre y Masters at Work. Tiempo después me daría cuenta de lo realmente afortunado que fui al haberlo vivido. En mis inicios como músico, además de París, Nueva York me marcó muchísimo y me abrió la mente con muchos otros sonidos.

Aunque fue muy importante, parece que Nueva York no está tan presente en el conocimiento de la historia de la música electrónica, como si Chicago y Detroit hubiesen capitalizado los inicios.

Para mí, es igual de importante que Detroit o Chicago. En los setenta y ochenta se vivió en la ciudad la época disco, asociada al club Paradise Garage. Con sellos como Nu Groove llegó el house iniciático. Todo ello dejaría una fuerte influencia para la electrónica que vendría después. Durante esos años, Nueva York fue el lugar más importante para el Garage y el Deep House. Es cierto que actualmente ya no tengo tan marcada esa influencia. Eso me hace pensar en que quizás tienes razón al decir que Chicago y Detroit están más presentes en la actualidad. Sin embargo, Nueva York fue crucial para la electrónica.

Recuerdo aquella historia casi surrealista del libro autobiográfico de Laurent Garnier ‘Electroshock’ que cuenta cómo fue su primer viaje a Nueva York. Se quedó colgado porque el promotor no apareció. Delirante.

¡Conozco esa historia! En aquella época lo que más se movía en la ciudad eran las raves, los clubes solo tenían un residente y no había djs invitados. Así que, si eras un dj en Nueva York y no tenías una residencia en un club, lo que hacías era pinchar en fiestas underground. Eso es lo que Laurent hizo y yo también. Pero sí, aquella historia fue poco profesional. Le ocurrió a él y le podría haber ocurrido a cualquiera. Recuerdo la primera vez que escuché hablar del club Sound Factory, en Nueva York, el que fue para mí el mejor del mundo. Fue Laurent, sobre el año 92, antes de que yo me mudase ahí. Me dijo “he visto el mejor club del mundo, un equipo de sonido increíble…”. Así que, un año después, lo primero que hice al llegar a Nueva York fue ir al Sound Factory. Abría los domingos por la mañana, como after. Para mí era como ir a la iglesia, como ir a Panorama Bar ahora, pero todavía mejor.

«Los afterhours son el lugar donde los djs ponen a prueba los temas que decidirán cómo suena el futuro».

Has pinchado en Panorama Bar varias veces. Las mañanas de domingo en Panorama Bar son impresionantes, parece que a ciertas horas la música electrónica puede ser más ecléctica y libre todavía y que el público está también receptivo y con ganas de sorprenderse.

Habré actuado en Panorama Bar unas seis o siete veces. Me encanta el lugar y ahora lo echo de menos, espero volver a pinchar pronto ahí. Sin duda, es uno de los mejores clubes del mundo. Ciertas horas del día y los afters son muy apropiados para probar nuevos sonidos. De hecho, en la escena underground, la música nueva la escuchas primero en los afters. Los djs pueden arriesgar más en ese ambiente porque la gente ya ha estado de fiesta toda la noche. Al haber escuchado ya los grandes tracks durante la sesión de club, en el after puedes probar con otros sonidos y mostrarte diferente.Tú ya has pinchado durante la noche y tienes un nuevo momento para poder hacer cosas más complicadas o menos habituales. Te sientes como en un laboratorio listo para experimentar. Los afterhours son el lugar donde los djs ponen a prueba los temas que decidirán cómo suena el futuro.

Entrevista publicada originariamente en Viciouz Magazine, 2015.